
La silla fue presentada en el 3º Salón de Artistas Decoradores, en Buenos Aires en 1940.
El nombre de la silla se debe a las iniciales de los tres diseñadores, aunque también es conocida como Butterfly o Hardoy Chair.
En un comienzo fue producida por la firma Artec-Pascoe hasta que en el año 1945 la empresa Knoll la lanzó a la fama y aún hoy se encuentra incluida en su catalogo.
El diseño de la BKF se inspiro en un asiento de campaña plegable de madera que utilizaba el ejército ingles y luego utilizada por los italianos en 1877 en África.
A diferencia de este la BKF consta de una estructura de acero fija y una funda de cuero de vaca apoyada sobre esta.
La BKF manifiesta estilo, esa cualidad que otorga a un objeto o una persona una identidad única y distinguible, dando al ambiente donde se la utilice un aire moderno y joven, así como un espacio desestructurado y cómodo.
Es un icono dentro del minimalismo y de la arquitectura moderna ya que cumple con el legado de forma y función, puesto que con apenas dos materiales y una estructura simple, otorga al ambiente de un objeto útil y decorativo.
El punto en contra de su diseño es desde la ergonomía ya que no promueve una postura ideal a la persona que se sienta en ella, sino que induce a dejarse caer en su asiento, a recostarse, prácticamente hasta llegar a una posición fetal. Esto se debe a que su estructura y la cubierta de cuero ofrecen poco soporte a quien se siente, llegando a actuar casi como una hamaca.
El éxito de esta silla ha sido tal, que no solo se trata de la silla argentina sino de una de las sillas mas destacadas del Siglo XX, que se encuentra en la colección del MoMA de New York y que es uno de los objetos de culto de los amantes del mobiliario de diseño en el mundo entero.
Se estima que en los años 50, distintos fabricantes reprodujeron más de 5 millones de BKF bajo diferentes nombres.
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