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Tan argentina como el tango, la silla BKF se convirtió en el símbolo del diseño argentino en el mundo; fue creada por los arquitectos Antonio Bonet, Juan Kurchan y Jorge Ferrari-Hardoy en el año 1938, luego de que trabajaran en el estudio de Le Corbusier en Paris y formaran el Grupo Austral.
La silla fue presentada en el 3º Salón de Artistas Decoradores, en Buenos Aires en 1940.
El nombre de la silla se debe a las iniciales de los tres diseñadores, aunque también es conocida como Butterfly o Hardoy Chair.
En un comienzo fue producida por la firma Artec-Pascoe hasta que en el año 1945 la empresa Knoll la lanzó a la fama y aún hoy se encuentra incluida en su catalogo.
El diseño de la BKF se inspiro en un asiento de campaña plegable de madera que utilizaba el ejército ingles y luego utilizada por los italianos en 1877 en África.
A diferencia de este la BKF consta de una estructura de acero fija y una funda de cuero de vaca apoyada sobre esta.
La BKF manifiesta estilo, esa cualidad que otorga a un objeto o una persona una identidad única y distinguible, dando al ambiente donde se la utilice un aire moderno y joven, así como un espacio desestructurado y cómodo.
Es un icono dentro del minimalismo y de la arquitectura moderna ya que cumple con el legado de forma y función, puesto que con apenas dos materiales y una estructura simple, otorga al ambiente de un objeto útil y decorativo.
El punto en contra de su diseño es desde la ergonomía ya que no promueve una postura ideal a la persona que se sienta en ella, sino que induce a dejarse caer en su asiento, a recostarse, prácticamente hasta llegar a una posición fetal. Esto se debe a que su estructura y la cubierta de cuero ofrecen poco soporte a quien se siente, llegando a actuar casi como una hamaca.
El éxito de esta silla ha sido tal, que no solo se trata de la silla argentina sino de una de las sillas mas destacadas del Siglo XX, que se encuentra en la colección del MoMA de New York y que es uno de los objetos de culto de los amantes del mobiliario de diseño en el mundo entero.
Se estima que en los años 50, distintos fabricantes reprodujeron más de 5 millones de BKF bajo diferentes nombres.
El florero Savoy es uno de los productos más conocidos de los diseñadores finlandeses. Para mucha gente el florero de cristal, con su forma asimétrica y las paredes curvas representa las cualidades típicas del diseño finlandés: originalidad, simpleza y sofisticación estética.
Este llamativo florero recibió su nombre luego de que abriera un nuevo restaurant de lujo en Helsinki en 1937, para el cual Alvar Aalto junto con su esposa Aino diseñaron mobiliarios y los accesorios. Los floreros fueron colocados en cada mesa del restaurant y sus formas curvas permitieron que las flores fueran dispuestas de maneras inusuales. Con sus propias identidades mostrando diversas caras a diversos ángulos, los floreros fueron una de las características más notables del restaurante.
Sin embargo el florero no fue solo hecho a pedido solo para el restaurant, sino que formaba parte de una serie de diseños para los floreros y los platos con los cuales Alvar Aalto participó y ganó el concurso organizado por las prominentes cristalerias Karhula e Iittala de Finlandia en 1936. El principal objetivo de la competencia era adquirir diseños apropiados para exponerlos en la Feria Mundial de París al año siguiente. Aalto entregó varios bocetos, en varios casos los dibujos parecían aparentemente ocasionales, algunos de ellos evocando collages cubistas, y les dio el nombre sueco en código de Eskimoerindens Skinnbuxa, que significa pantalones de cuero de mujeres esquimales.
Sobre los bocetos de Aalto se creo una colección de cerca de diez objetos de esta serie, desde un plato bajo hasta un florero de casi un metro de alto, que fue producida y expuesta en 1937 en la Feria Mundial de París, en el pabellón de Finlandia (construido con del diseño con el cual Aalto ganó el concurso nacional en 1936).
Al comenzar con la producción, no se tuvo en cuenta algunos problemas tecnológicos, ya que Aalto quería que las piezas estuvieran sopladas en los moldes hechos en hojas de acero forzadas para formar las formas sinuosas cerradas con la ayuda de clavijas de acero; el objetivo era hacer los moldes fácilmente reemplazables para hacer posibles remodelaciones. Él tomó parte en los primeros intentos de producción pero al final las curvas más cerradas tuvieron que ser modificadas y los moldes de fundición fueron hechos de ladera. Esta tecnología se utilizó hasta 1954, cuando los moldes de madera fueron substituidos por unos de acero.
La altura original del florero Savoy era 140 mm, y desde 1937 fue producida en colores claros, marrón, azul, verde y versiones coloreadas humo. A partir de los años 50, se introdujeron los colores ópalo, rojo rubí, azul cobalto, junto a la versión clara, y desde los años 60 se han comercializado versiones más grandes y más pequeñas del florero. La fabrica Iittala que todavía produce el florero Savoy y otros floreros de la serie utiliza la designación “Aalto” para referirse a ellos, y los distingue entre los diversos tipos solamente por su número del producto.
A primera vista las formas onduladas del florero parecen algo caprichosas y curiosas. Sin embargo al darle una mirada más cercana, esas formas resultan tener su lógica tanto dentro del propio trabajo de Aalto, como del contexto más amplio del arte moderno de ese tiempo. Las líneas y las formas sinuosas de los floreros recuerdan quizás la mayor parte de los trabajos Aalto en chapeado y madera curvada, los cuales desde los años 30 habían sido concebidos por él como objetos estéticos. La preocupación cada vez mayor de Aalto por las formas orgánicas llegó a ser evidente en su diseño acústico para el pasillo de la biblioteca municipal de la biblioteca en Viipuri en 1935, donde se proporcionó al techo del largo y estrecho pasillo con un llamativo y expresivo recubrimiento de madera ondulada. En el mundo de formas de Aalto al parecer hubo una fertilización de formas onduladas en las escalas más diversas. Sus experimentos tecnológico-artísticos con chapeado doblado parecen haber formado su techo en Viipuri, mientras que los floreros Savoy al parecer sirvieron de inspiración para participar y ganar en el concurso para el Pabellón Finlandés en la Feria Mundial de Nueva York de 1939. Para Aalto los planos ondulados evidentemente tenían un interés estético independientemente de su uso funcional.
Las líneas sinuosas y onduladas en los floreros y los platos son consideradas frecuentemente como representaciones de las formas características del paisaje finlandés con sus lagos. Las líneas de un corte a través de una sección en la base de los árboles adonde ramifican las raíces hacia fuera también se han mencionado como fuente posible de inspiración. Otros han visto en las formas libres de los floreros de Aalto la intención de recordar la naturaleza sin forma de los líquidos que contendrían. Los críticos también han señalado que el tema orgánico de los diseños de Aalto ya se encontraba en los diseños de Art Nouveau de Eliel Saarinen, el arquitecto finlandés más importante antes de Aalto. También una serie de floreros y platos bajos de forma libre que se produjeron en 1935 por la cristalería sueca Orrefors se ha citado como la fuente principal inspiración. El mismo Aalto decía que las líneas del florero le fueron provocadas por la forma cautivante de un charco. Además, puede tener cierto interés mencionar que “aalto” significa en finlandés “onda”. Hay probablemente un poco de verdad en todas estas lecturas, sin embargo es importante observar que la circunstancia que en primer lugar justificó el uso de formas onduladas en la estética modernista de Aalto no era el hecho de su ocurrencia en los lagos finlandeses, los árboles cortados, los charcos, los diseños Art Nouveau, o la cristalería contemporánea sueca, sino el mundo de la pintura y de la escultura abstractas modernistas.
Desde los años 20 las primeras reacciones de la nueva manifestación de la arquitectura y del diseño modernista era el universo formal del arte abstracto post-cubista. La alternativa orgánica de Aalto fue influida por la estética creada por los modernistas orgánicos como Hans Arp, Juan Miró y otros.